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Pico de Valmartín

JFCamina, 02/2010

 

De raquetadas al Pico de Valmartín

Asturias, Puerto San Isidro.

Inicio y fin : 20/02/2010

Mapas IGN: 079-I “Felechosa (1997)” y 079-III "Cerulleda (1997)".

Altitud mínima: 1525 m.a. en el alto del Puerto San Isidro.

Altitud máxima: 1932 m.a. cima Picu de Valmartín.

Desnivel: 410 mts.

Distancia: 9 kilómetros.

Terreno: Montaña no señalizada.

Creative Commons License


Estábamos en la Semana de Carnaval, las previsiones meteorológicas no era muy buenas, así que cuando nos metimos en la cama no pensábamos que a la mañana siguiente íbamos a ir de marcha montañera, pero al despertar preguntamos al guaje, aún en posición horizontal, qué día hacía, la respuesta nos puso rápidamente en pie, ¡hacía sol!,¡un día radiante!. Era tarde pero un día así no se podía dejar pasar, preparamos los bocatas, las mochilas siempre están listas, y nos dirigimos al concejo de Aller, ¿vamos hasta Felechosa?, ¿miramos si podemos raquetear por la zona de La Tabierna?, - ¡Vamos!, dijo Mary.

(En la línea divisoria de León y Asturias)

En Felechosa no había tanta nieve como nosotros pensábamos, así que la dejamos atrás y subimos hasta el alto del Puerto San Isidro, a 1.525 m.a., llegamos a las 12:30 horas, lo justo para tomar un cafetín antes de iniciar la raquetada. No teníamos planificada ruta alguna, solo raquetear entorno a "La Raya", había que aprovechar este precioso día, sin viento, soleado y con una temperatura muy agradable para el paraje donde nos encontrábamos.

("La Raya" último núcleo de población del concejo de Aller - Asturias)

Así que con muchas ganas cruzamos la carretera y comenzamos a patear nieve en dirección a la sierra que limita con el Parque de Redes, por la derecha de las cabañas del puerto, por detrás de la torre eléctrica que allí cerca se encuentra, por una pequeña senda iniciada por gente más madrugadora y con más fe que nosotros, siempre dejando a nuestras espaldas el pico Toneo y la estación invernal de Fuentes de Invierno. La nieve estaba preciosa, parecía recién caída, seguro que por la noche o a la madrugada había caído la última, los piornos estaban completamente tapados, la nieve mazucada sobre ellos, lo que facilitaba el seguro raqueteo.

Al poco de comenzar nos encontramos con una montañera que bajaba, portaba su casco y piolet, comentaba que se hundía mucho, nosotros íbamos muy cómodos con nuestras raquetas, rápidos y seguros. Viendo el mapa y tomando la referencia de los carteles de la carretera creo que íbamos por la línea divisoria entre Asturias y León, además llevábamos dos muy buenas referencias, dos impresionante picos, el Toneo y el Torres, ¿qué mejores vértices?, efectivamente no los hay mejores, toda una garantía.

(Del Toneo al Torres, la carretera del puerto por el medio)

(A la derecha del Toneo la estación de Fuentes de invierno)

Pronto perdemos de vista "La Raya", pero nuestras referencias son muchas, al otro lado, detrás nuestros en el sentido de nuestra marcha, aunque mirar hacia ellos es una constante, durante toda la jornada nos encontramos un impresionante cordal, desde el pico Ausente hasta el Fuentes, con el Requejines, estación invernal de San Isidro, el Toneo, Fuentes de Invierno y Sierra del Ajo. Ya en el nuestro lado El Torres era nuestro santo y seña, aunque nuestro viejos conocidos Peña el Viento, La Rapaina y Peña San Justo nos daban la seguridad de que íbamos por terreno conocido.

(Al fondo el Pico Fuentes y en primer plano el Torres)

No llevábamos mucho tiempo pisando nieve cuando ya habíamos encontrado un objetivo para tan maravilloso día: - ¿Vamos hasta aquella chombona?, le dije a Mary. - ¡Vamos!, respondió. La verdad era que la meta marcada no era muy ambiciosa, pero esto es muy habitual en nosotros, no somos muy ambiciosos y nos conformamos con este maravilloso día, no paraba de repetirlo en todo el trayecto, ¡vaya día!, ¡impresionante!, parecía un disco rayado.

Por el camino nos encontramos a unos esquiadores acompañados de un guapo perro, casi del mismo color de la nieve, como era de esperar el can se dirigió a Mary, aunque en esta ocasión la abandonó rápido para venir a saludarme, ¡a mí!, ¡que cosa más rara!, como estaba más preocupado de sacarle una foto guapa... no le presté la atención que él requería.

Cuando llegamos a la perpendicular del Torres, la nieve nos ofrece unas formas caprichosas, ¡cuanto guapo hay en este paraje!, ¡vaya día!, seguía exclamando. Con tanta contemplación se nos había olvidado el objetivo y... ¡ya lo teníamos ahí!, ¡estamos muy cerca!, ¡normal!, llevábamos raqueteando más de una hora y habíamos recorrido cerca de los tres kilómetros, a poco que nos descuidemos llegamos a la meta. Mirando el mapa parece que seguimos pateando la divisoria regional, casi en paralelo a la pista Wamba.

Lo de llegar a la meta es una forma de hablar, pues las distracciones, para nosotros, son muchas, además otro par de esquiadores se deslizan por la nieve provocando mucha envidia en mi persona, ¡que pasada!, ¡quién pudiera!, - ¡Venga!, - ¡Dejate de supirar!, decía Mary, - ¡Ya voy pero...!

Continuamos la marcha con la vista puesta en un vistoso picacho, ¡Que buena pinta tiene!, - ¡Vamos a por él!, - ¿No será mucho?, - ¡Lo intentamos!, - ¿Qué pico es?, - No sé, cuando llegamos al collau lo miro, - Bueno pero antes tenemos que llegar al collau.

(A la vista La Horcadina del Llagu y el Pico de Valmartín)

Atravesamos con mucho cuidado la inclinada y blanca ladera del pico que hay antes de llegar al collau donde vamos y en un periquete nos plantamos donde queríamos. Saco el GPS y miro la posición, el aparato dice que estamos en La Horcadina del Llagu, a 1785 m.a. y a donde queremos intentar subir es el Pico de Valmartín, a 1932 m.a.

- ¿Cuanto hemos raqueteado?, - Un poco más de tres kilómetros, dice Mary. ¡No está mal!, son las 14:30 horas, esto es lo de menos, porque aunque diéramos la vuelta ahora nos sentiríamos muy satisfechos.

Las vistas sobre el puerto son impresionantes, aunque ya no nos sorprenden tanto, llevamos casi dos horas contemplándolas, ahora toca contemplar la zona de Redes, la cual no resulta muy vistosa por ser un terreno muy abrupto, lleno de pequeños y maravillosos valles, donde uno se pierde fácilmente, pero las líneas no son tan claras como el alto del puerto de San Isidro, en el cual la identificación de cumbres es mucho fácil.

- Si quieres subir al pico deja de tanta contemplación y ponte en marcha, dice Mary

-Ya voy, ya lo dejo para cuando alcancemos la cima.

Con mucha precaución comenzamos a raquetar para arriba, tratamos de seguir unas huellas, pero sin acercarnos mucho a la arista que vierte sobre el Puerto San Isidro, nos ofrece más seguridad la que da a Redes, está mucho más expuesta al viento y hay menos nieve. Como casi siempre Mary va delante, con la consigna de que en cuanto lo vea feo damos la vuelta.

(Subiendo al Valmartín con el impresionante Torres a nuestras espaldas)

El Torres se nos había escondido y al tomar altura nos brinda, de nuevo, su bella estampa, ¡Que pasada!, me voy parando mucho porque quiero inmortalizar estos preciosos pasajes del día. Le paso la cámara a Mary porque no quiero perderme la "mi foto" de la subida, no quiero que parezca que ha subido ella sola, me siento muy ufano de estar allí y quiero dejar constancia de ello.

En una escasa media hora subimos hasta la cumbre, en el último tramo Mary tiene que quitarse el anorak, es el calor del último esfuerzo, aunque al llegar lo tendrá que poner de nuevo. ¡Al fin llegamos!, ¿que pasada!, ¡esto es impagable!, fueron alguna de la retahíla de expresiones que vociferamos al alcanzar la cima del Pico de Valmartin, a 1932 m.a.. No lo acabamos de creer, hace casi cuatro horas aún estábamos en la cama y ahora... ¡allí!, ¡dominando el mundo!, bueno igual exagero un poco, pero para nosotros, humildes caminantes así lo sentíamos y así lo escribo, muy orgulloso de ello.

(Con orgullo en la cima del Valmartín con el Torres detrás)

Después de tanta exclamación de alegría, pasamos a la sesión fotográfica, no hay que demorarlo mucho, pues unas nubes amenazaban estropearnos la tarde, así que rápidamente lo documentamos casi todo con nuestra cámara, aunque lo que más nos gustaba era el magnifico plano que nos ofrecía El Torres, que aunque tiene 150 metros más que donde nos encontrábamos el efecto que nos parecía era que nosotros estábamos por encima. No nos extraña que en la primavera del 2009, en la cima del Pico Urbión (Soria), unos montañeros que allí estaban, al oír que éramos Asturianos y después saber que Alleranos... rápidamente nos hablaron de Torres con mucho orgullo, ¡por algo será!

(Detrás nuestro la zona de Redes - Sobrescobio)

No sabemos si El Valmartín tiene buzón de cumbres, no íbamos a buscarlo entre tanta nieve, solo unos palos hacían las veces de punto geodésico. No importaba mucho, ahora lo que interesaba era gozar y bajar de él para comer el bocata, pues ya casi eran las cuatro de la tarde y había un poco de gusa, los cuatro kilómetros que habíamos raqueteado hasta allí pedían su tributo.

(Zona de Redes, a la derecha Peña el Viento, Cascayón, Macíedome, Picos de Europa, etc...)

Nos ponemos a identificar los picos de la zona de Redes - Caso, Tiatordos, Maciédome, etc.. , además de los Picos de Europa pero.... ¡lo dejamos!, ¡había mucho que escudriñar!, ahora teníamos que bajar y lo queríamos hacer por la arista opuesta a la de subida, por la que seguían la huellas de la subida y que parecía que bajaban a la base, a Valmartín, y desde ahí intentaríamos ir hasta la urbanización de San Isidro, en la vertiente Leonesa, así que dejamos la identificación montañera para otra ocasión, además el viento en la cumbre, como es normal, es bastante molesto y no hacía muy cómoda su estancia en ella.

(Bajando del Valmartín con Peña el Viento, Rapina y Peña San Justo)

(La bajada, ¡que pindio!)

Para un servidor los descensos, especialmente en raquetas, son más duros que los ascensos, en esta ocasión no iba a ser diferente. - Mary, ¿cómo está?, - ¡Ten cuidado!, - Está un poco pindio, respondió, ¡un poco pindio!, ¡jo!, ¡uff!, lo vía muy feo, ella, como casi siempre toma la iniciativa y inicia el descenso. Menos mal que la nieve estaba en buen estado y superada la primera impresión la bajada no se ve tan fea, aunque la cresta de la cumbre asusta un poco, mejor no mirar para ella y continuar el descenso.

Bajamos con toda la tranquilidad del mundo, no teníamos prisa a pesar de que aún no habíamos comido el bocata pero la seguridad es lo principal, así que en media hora nos encontramos en la base del pico, donde hace media hora sobre el cual estábamos encumbrados, así que cuando encontramos una zona más o menos llana apeamos la mochila y las raquetas y montamos el tenderete para comer el bocata, eran las cuatro de la tarde, estábamos a unos 1800 m.a, justo en la perpendicular del Valmartín y la urbanización de San Isidro, en la vertiente Leonesa del puerto, con 5 kilómetros acumulados en nuestras piernas, ahora solo queda sacar el bocata y disfrutar del maravilloso momento.

¡Qué paz!, era la expresión que nos salía más, ya que efectivamente así era, con el Valmartín a nuestras espaldas, la vista puesta en el los picos Ausente y Requejines, el resto ya los teníamos muy... - ¿Cómo estará el lago Ausente?, - Seguro que... ¡Precioso!

(El Requejines y el Ausente)

El Torres no lo veíamos, estábamos muy abajo, otro gran pico, parecido al Valmartín, nos lo tapaba. Sentimos voces en la cumbre de donde bajábamos, debían ser los que veíamos bajar de Peña el Viento cuando iniciamos la marcha, vienen recorriendo todo el cordal, así debía ser pues antes de acabar el bocata los observamos pasar por la diagonal que habíamos pasado nosotros para acceder a la Horcadina del Lago, ellos en esta ocasión descienden.

Como las nubes amenazantes, parece que se iban diluyendo poco a poco, nos quedamos más tranquilos, aunque no por eso nos relajamos más de la cuenta, solo un cafetín, que aunque el día no era frío siempre se agradece.

Para la bajada habíamos decidido descender por el Arroyo del Lago o de Las Piedras nos llevaría hasta la otra urbanización y después tendríamos que subir por la carretera hasta el alto del Puerto San Isidro, nos apetecía conocer la zona, así que levantamos tienda y iniciamos el camino de regreso.

Mirando cada poco hacia El Valmartín, para contemplar los dibujos que van dejando nuestras raquetas y los skys de los que nos precedieron, llegamos hasta la boca que nos introducirá en el valle que nos dejará en la carretera, vamos siguiendo las vías paralelas de los esquiadores, pero al llegar a la ventana del mismo Mary comienza a refunfuñar, ¡no lo ve claro!, ¡tenemos que dar la vuelta!, está feo y la nieve no la vemos muy sólida, así que...¡corregimos!, ¡mejor!, si para Mary está feo, para mí...

(En esta foto se puede apreciar toda la circular realizada en torno al Valmartín)

Esta corrección de rumbo, para volver a enlazar con la blanca senda por la cual subimos por la mañana, nos obligó a cruzar toda la base del Pico de Valmartín, tropezamos con una especie de lago en medio, y pasamos por debajo de la ladera que habíamos atravesado en diagonal, habíamos perdido altura e íbamos subiendo poco a poco, la teníamos que recuperar para entroncar con la senda mañanera, un par de kilómetros más de caminata adicional. La preciosa luz del atardecer de La Cordillera hacía más llevadero el camino.

A las 17:30 horas, con la tranquilidad que nos caracteriza, llegamos al punto de encuentro deseado, ¡ya estamos en el buen camino!, así que ahora solo nos queda dejarnos caer plácidamente hasta "La Raya", con una bella luz tenue y las nubes entrando y saliendo, vamos comentando las excelencias de tan magnifico paseo raquetero. Ahora no tenemos que mirar hacia atrás para ver al Toneo y sus compañeros los tenemos en línea, enfrente, solo lo hacemos para ver, a la izquierda al San Justo y al Susarón, a la derecha al impresionante Torres, es imposible pasar a su lado y no pensar en subirle, tiene cierto imán.

Tan relajados íbamos en estas contemplaciones que nos desviamos un poco de la senda de subida, pillamos otra, la cual nos llevará directamente sobre la zona de iglús, al subir los habíamos observados curiosamente, ahora era el momento de verlos de primera mano, los llegaríamos a tocar, ¿quien los habría realizado?.

Eran las seis de la tarde, llevábamos contabilizados unos nueve kilómetros y un desnivel de ascenso de cerca de 500 metros, cuando enfocamos el aparcamiento de "La Raya", no entraríamos por el lado por el que iniciamos la marcha, llegaríamos por el medio de las cabañas, nos habíamos escorado más a la derecha, según bajamos, y el descenso sería más pronunciado aunque sin ninguna dificultad. Aunque ahora ya oscurece más tarde, son poco más allá de las seis de la tarde, las suaves luces del atardecer nos permitieron sacar unas bellas estampas alpinas.

Nos despedimos con la omnipresente postal del Torres, con esos toques color oro que, en determinadas horas del día, caracteriza casi a todas las montañas calizas de nuestra Cordillera Cantábrica. Fue un estupendo broche de oro y brillantes a un día IMPRESIONANTE, de eso que uno recordará casi siempre, aunque seguro que nos hemos encontrado y nos encontraremos unos cuantos....¡nunca se olvidan!, cada uno de ellos aportan un plus a nuestro gozo montañero.

Creo que la fotos presentadas para documentar este pequeño reportaje montañero son suficientes para darnos una pequeña idea de lo que en este paraje Allerano del Puerto San Isidro hemos disfrutado, pero si alguien tiene alguna duda le dejemos nuestro Familiar vídeo.

 

 

Espero que os gustara lo contemplado aquí, nosotros lo hemos narrado de una manera natural, fuera de cualquier tipo de alardes montañeros, pues es una cumbre modesta pero desde la cual tenemos unas estampas dignas de la mejor cumbre que pueda uno imaginar o al menos....¡eso creemos!

 

JFCamina.


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* Aviso: En estos documentos solo tratamos de narrar la experiencia personal vivida al realizar nuestros recorridos, los itinerarios que aquí describimos son orientativos. Queda a la responsabilidad de quien realice la ruta el tomar las medidas de seguridad apropiadas para cada dificultad, que dependerán muchas condiciones, entre ellas el estado del terreno, la altitud, la meteorología, etc... así como la preparación tanto técnica como física de las personas que realicen la actividad.