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Asturias |
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Ribadesella, 03/2013 |
JFCamina, 04/2013 |
Peña Pagadín
(Un guapo paseo en primavera aunque....)
Mapas ING: 031-I "Ribadesella" (1999).
Inicio y fin : El Carmen, Concejo de Ribadesella, Asturias.
Objetivo: Peña Pagadín.
Recorrido: El Carmen - Desvio a Sardeu - Carretera AS-351 Km 9 (135 m.a.) - Alcance de Cumbrera Este Peña Pagadín (285 m.a.) - Pico Peña Pagadín (416 m.a.) - Canto Oeste Blanosa (280 m.a.) - Encina de Blanosa (200 m.a.) - Ondoná de El Sabugo (125 m.a.) - Enlace con entrada Casa Rural Corbero y Soto (230 m.a.) - El Carmen - Desvio a Sardeu - Carretera AS-351 Km 9 (135 m.a.).
Distancia: ± 7,5 Kilómetros Circulares
Tiempos: 3,5 h. / Desnivel: ± 400 mts. de ascensos más su correspondiente descenso.
Terreno: Vereda montañera y algo de carreterina.
Señalizacion: No.
En nuestro habitual tránsito hacia Ribadesella, a la altura de la entrada Oeste, siempre nos quedábamos prendados de una preciosa peña lateral, miramos en el mapa y encontramos su nombre, Peña Pagadín. Como no podía ser de otra manera, un día decidimos que era hora de arrimarnos hasta ella y tratar de auparnos sobre su escarpada cumbre. La jornada que nos tocó en suerte, el día que hollamos su cima, fue como las dos caras de una moneda, la cara y la cruz, es decir, el sol y el agua, el verano y el invierno, sobre este doble aspecto facial de nuestra jornada por peña Pagadín será el foco de atención del reportaje que nos ocupa, anticipo de ello es la foto-composición de la portada.
(La peña Pagadín desde la A-8, foto tomada desde el asiento de copiloto)
Como es habitual en nuestras rutas, aprovechando otras salidas, siempre hacemos una primera inspección de la zona, especialmente en donde podemos aparcar y desde que vertiente podemos atacarla más fácilmente. En esta ocasión, a poco de salir de abandonar la autovía A-8 (Dirección Oeste – Este), en el entronque con la carretera AS-351, a la entrada del El Carmen, giramos a la derecha, al poco veremos el desvío hacia el pueblo de Sardeu, unos metros más adelante, en el Km 9, nos encontramos una gran curva abandonada donde podemos aparcar el vehículo cómodamente, lo cual siempre es un alivio, además por partida doble, porque desde él podemos afrontar la ascensión a la peña desde su cara NorEste.
(El Carmen, desvio a Sardeu, Concejo de Ribadesella, Asturias, ± 0,0 K / 135 m.a. / 11:45 h.)
El día está precioso, las previsiones no son buenas para la tarde-noche, cuando llegará el frente que viene por el Oeste. Nos preparamos, caminamos un poco, en la misma dirección que traíamos, cruzamos la carretera y… ¡todo para arriba!, no hay lugar a relajo, por lo que conviene calentar un poco, el cuerpo está muy frío para afrontar esta vertical ascensión sin ejercitar un poco el cuerpo.
(Detalle del punto de partida de la ruta, se puede observar que desde el principio.. ¡todo para arriba!)
La estrategia de ascensión es muy sencilla, no hay vereda montañera a seguir, así que no queda más remedio que tirar todo para arriba, tratando de evitar los mayores farallones rocosos, buscando los pasillos herbosos que entre ellos existe, así hasta tratar de alcanzar una especie de hombro que observamos en la vertiente Oriental de la peña, aunque para ello tengamos que hacer alguna “zeta” que otra, siempre buscando la mejor traza.
(Vamos ascendiendo por la vetical peña buscando la traza más cómoda y limpia)
La ascensión es dura, su verticalidad no permite avanzar con gracia así que nos lo tomamos con tranquilidad contemplativa, con las preciosas panorámicas que desde esta rocosa atalaya tenemos, la de la verde rasa costera del concejo de Ribadesella, especialmente la franja que va desde la desembocadura del río Sella hasta la playa de Vega, en claro contraste con el color azul del mar Cantábrico y el cielo, ambos dos, lucen con fuerza.
(El gris calicero de las rocas contrasta con el verde pradera y el azul del cielo y mar)
(Con estas vistosonas panorámicas, las cuales hacen más llevadera la marcha, alcanzamos la arista)
Las vistosonas panorámicas de la rasa costera, unido a los contrastes de colores, hace la ascensión mucho más dulce, aunque la alta temperatura reinante en el ambiente nos agobie un poco. En poco más de veinte minutejos alcanzamos la arista Oriental de la peña Pagadín, miramos su línea y da un poco de miedo, fue cuando observamos que parece que viene una fina vereda montañera, la cual se ve bastante pisada, así que solo tenemos que seguirla, la misma nos llevará, más o menos, directamente a la cima.
(Arista Oeste de Peña Pagadín, al fondo El Carmen, ± 0,7 K / 285 m.a. / 12:05 h.)
(Ya en la arista, contemplamos las picachas del Mofrechu, Joyadongu, Jorovitaya o Monte Moru)
Alcanzada la arista un nuevo horizonte panorámico se nos abre ante nosotros, las picachas del Mofrechu, Joyadongo y Jorovitaya se contemplan en casi toda su extensión, así como otras más próximas y modestas en las que recientemente estuvimos, como el Monte Moru, en nuestra visita a los molinos de Cueves de Ribadesella. También contemplamos nuevos pequeños grupos de casas, en muchos casos únicas.
(Seguimos la tenue vereda montañera directos a la cima, aunque con numerosas distracciones)
Ahora el terreno es mucho más tendido, lo cual nos permite relajarnos un poco y deleitarnos en contemplar los numerosos detalles paisajísticos de la zona. Manolo se recrea con la rasa costera, un servidor escudriña las profundidades de la ladera NorOccidental, fue cuando Celso comento eso de: -Tíu ya está buscando la bajada, “la propina”, a la vez que se entretenía con una mariquita. Mary, sin embargo, está más preocupada de los negros nubarrones que vienen del SurOeste, parece que se están adelantando las previsiones meteorológicas, igual llueve antes de lo previsto.
(Buscando una posible descenso, mientras Celso juega con una mariquita)
Mary nos “arrea” un poco, no se quiere confiar, así que dejamos los entretenimientos y ponemos rumbo al objetivo, el cual nos parecía que quedaba bien cerca, en un porro calizo que teníamos ante nosotros, aunque para alcanzarlo tuvimos que sujetarnos un poco, un poco de seguridad adicional no está nunca de más.
(Las negras nubes nos invitan a olvidarnos de las distracciones)
(Aunque en nuestro avance encontramos un porro calizo que debemos superar, igual es la cumbre)
Alcanzamos lo más alto de porro calizo que teníamos frente a nosotros y comprobamos que no era la cima de la peña Pagadín, por delante teníamos un buen tramo de cumbrera, un cruz al fondo de la misma nos marcaba el objetivo. Antes de reanudar la marcha, a nuestra izquierda observamos otro porrón que emerge por detrás de una próxima sierra horadada por varias pistas forestales, comprobamos el mapa y comprobamos que se trata del pico de La Corona del Castiello, trás él…¡los blancos Picos de Europa!
(El objetivo ya lo tenemos a la vista pero antes una mirada lateral)
(Hacia el pico La Corona del Castiello, al fondo los blancos Picos de Europa)
(Una mirada hacia atrás y seguimos nuestro avance por la cumbrera de Peña Pagadín)
Las nubes que vienen de Oeste siguen sin gustarnos nada, aunque la temperatura sigue siendo alta, a Mary esto cada vez le gusta menos, así que nos sigue “arreando” para que avancemos por la cumbrera sin muchas distracciones más. El transito hasta tocar la rustica cruz metálica nos indica que es la cumbre de la peña debemos hacerlo con cierto cuidado, el terreno es abrupto y no podemos relajarnos, son muchos los “furacos” que nos encontramos entre las rocas y la hierba.
(Tras unos momentos contemplativos toca ir directos a la cima de la peña)
(Debemos extremar la atención en nuestro caminar)
(No debemos olvidarnos por donde estamos caminando)
Con un cielo gris oscuro alcanzamos el objetivo, aunque para el Este la luz es mucho más clara, tal como había pronosticado el benjamín del grupo en una hora realizamos la ascensión hasta la cumbre deseada, realmente así estaba previsto. Las previsiones meteorológicas para la tarde no daban mucho más margen de maniobra, no era plan de platearse una cumbre de mucho más calado, esta pequeña excursión nos venía de perlas, corta y cumpliendo un deseo anhelado hace tiempo.
(Peña Pagadín, ± 1,6 K / 416 m.a. / 12:45 - 13:00 h. / ± 1 h. / Vista hacia el Este, de donde venimos)
Paramos muy poco en la cima de la peña, quince minutos, lo justo para sacar una foto de grupo, con todo el NorEste tras nuestro, el SurEste estaba muy negro para ponerlo como de fondo paisajístico. Tras la foto de grupo expedicionario le damos la cara al precioso escenario que se nos había abierto tras alcanzar la cumbre, al verde y precioso valle por el cual discurre la AS-351, la que nos había dejado a los pies de la peña y la rodea, la cual enlazará con otra que va paralela por el otro valle, una impresionante columna vertebral caliza las separa, la de Cabalgadoiro y la Xunca.
(Dos preciosos valles separados por un gran columna caliza, el Pienzu a la derecha)
A estas alturas de esta corta ruta ya teníamos, medio claro, por donde íbamos a culminar la marcha, la idea era continuar por la cumbrera, bajar por ella hasta un canto que estaba sobre un caserío, el de la Blenosa referenciaba el nuestro mapa. Después ya veríamos, si rodear la peña por la carretera o bajar hacia unos praos y subir por la zona de la casa rural de Corbero y Soto, aún estaba por decidir, ahora estábamos preocupados de que las negras nubes no taparan el picu Pienzu, esa era nuestra mejor baza.
(El terreno seguía muy calizo pero con manchas verdes, así su transitar resultaba más cómodo)
Anteriormente comentamos que la carretera que rodea esta peña iba paralela a otra, aunque separada por otra gran mole caliza, hablamos de la AS-342, la cual parte de la N-632, a la altura de Torre, y pasa por los pueblos de Linares, La Cuétara y Alea, un espacio natural un tanto desconocido para nosotros. Ambas carreteras se unirán en Collía y un poco más adelante enlazarán con la que viene del Fitu y baja hasta Arriondas. Realmente estos pueblos tiene una pinta impresionante, parecen unos auténticos “Shangri-La” Astur, desde la modesta altitud en que nos encontrábamos se veían como blancas chinitas en la verde franja sobre la montaña vecina.
(De momento el agua no viene pero....¡el Piezu se tapa!)
El agua parecía que aguantaba sin llegar pero cuando cayó la barrera del Picu Pienzu…. ¡no tardó en llegar. Así que cuando alcanzamos el canto, que queríamos conquistar antes de iniciar la bajada definitiva, ya estábamos con las capas y chubasqueros puestos, habíamos dado la vuelta a la peña pero también la otra cara de la misma, la más fea y húmeda. Del sol pasamos al agua y el frío, del azul al gris, es decir, había vuelto el invierno. Menos mal que siempre vamos preparados un poco para cubrir parte de estas eventualidades, la cambiante meteorología en la montaña nos obliga a ello.
(Arista Sur-Oeste, canto sobre La Ablanosa, ± 3,0 K / 280 m.a. / 13:40 h.)
Estamos justo sobre el caserío, bajo nosotros tenemos una guapa y rabiosa pradería, unos ganaderos están atendiendo el ganado, nuestro objetivo está en las que tenemos más a la izquierda. Ataviados con las “gomas” de mojado iniciamos el descenso, ya no seguimos “de frente”, ahora realizaremos un giro a la izquierda y bajaremos por la ladera Sur de la Peña Pagadín. El terreno que ahora pateamos está quemado, suponemos que con intención de ganar pastos para el ganado, las árgomas están negras, al rasparnos nos tiznan, es decir, nos manchan con su puntilloso carboncillo.
(Abajo hay una guapa pradería, aunque nuestro objetivo está en las que tenemos más a la izquierda)
(Queremos bajar a la base Sur de la peña y después alcanzar el collau)
Según vamos descendiendo entre rocas, yerbajos y maleza quemada el terreno se vuelve más feo, las árgomas están cada vez más cerradas y fieras, Manolo va delante abriendo camino, un servidor por detrás fotografiando todo los que se menea.
(El terreno cada vez se vuelve más feo)
Llega un momento en que las puntillosas árgomas nos cierran la tenue vereda por la que estamos descendiendo, probablemente un camín de cabras. Manolo da la orden de parar, parece que no hay paso, me manda que explore el terreno a mi izquierda. Atiendo las indicaciones y giro sobre mismo y cuando me doi cuenta me encuentro sobre un gran argomal como una tortuga panza arriba, realmente no sabía que había pasado, seguro que perdí pie. En mi desafortunada postura poco margen tenía, además no tenía una caña limpia donde apoyarme, todo eran pinchos. Llega Manolo y desciende hasta mi posición y me echa una mano, de tal manera que cuando salimos del atasco hemos dejando una gran brecha, un buen paso para el resto.
(Momento de crisis, "caperuzita roja" ha caido, Manolo al auxilio)
(Tras el incidente sobre el argomal llegamos al camín donde una gran encina nos recibe)
(Encina de La Blenosa, ± 3,4 K / 200 m.a. / 13:55 h.)
El incidente sobre el argomal se salvó sin ninguna magulladura, solo un pequeño sustillo y un bastón perdido para la causa andariega, había caído totalmente sobre él. Realizado el chequeo de daños continuamos la marcha y al poco nos encontramos con un camín y una gran encina. De momento no cae mucho agua, solo una fina lluvia, hacemos “melé” y decidimos que podemos seguir con nuestros planes y bajar hasta la verde olla que veíamos desde arriba, después esperábamos ir directos hacia el collau deseado, el que nos llevaría hasta la carreterina de Soto.
(Seguimos nuestros planes y llegamos hasta la ondoná de El Sabugo)
(Ondoná de El Sabugo, ± 3,7 K / 126 m.a. / 14:05 h.)
Con ciertos problemas para mantener la estabilidad, las veredas estaban llenas de resbaladizo barro, alcanzamos la ondoná, la cual está cargadísima de agua, parece un auténtico río, lo cual no viene dibujado en el mapa, suponemos que el agua se sume no tardando mucho, realmente no tuvimos mucho interés en saber hacia dónde. Sabemos que por allí está la Cueva Rosa pero por la posición en el mapa parece que queda más al Sur.
(Para avanzar por esta verde y húmeda ondoná tenemos que pegar alguno salto que otro)
En la verde y húmeda olla había más agua de la que preveíamos, en un momento Celso mete el bastón en el agua y comprueba que cubre bastante, nos lo advierte. En nuestro avance no hubo más remedio que dar unos cuantos saltos, alguno de ellos un tanto desafortunado, pues el “pupas” del día, ¡un servidor!, se le escapó el “tapín” de apoyo de la pierna derecha y la acaba metiendo hasta la rodilla en el agua, estaba claro que “la cruz” de esta moneda era más real de lo que deseábamos.
(Sin lugar a dudas nuestro transito por la ondoná de El Sabugo fue más accidentada de lo previsto)
Salir del húmedo paraje de El Sabugo costó mucho más trabajo de lo previsto, además la climatología no ayudó mucho, pues se puso a llover con fuerza por unos minutos. Por otra parte nos encontramos con elementos punzantes férricos, con la peligrosa alambre de espino, así que tuvimos que buscar el mejor punto para sortearla. Esto nos llevó a que no saliéramos a la altura de las Casas Rurales de Corbero, tal como deseábamos, sino a una zona con casas o cuadras un tanto desvencijadas, después alcanzamos la carreterina que nos llevaría a la entrada de la casa rural y las casas de Soto.
(Carreterina de entrada a Casa Rural Corbero y Soto, ± 5,6 K / 230 m.a. / 15:00 h.)
Cuando alcanzamos la segura carreterina de Soto, que nos llevaría a donde teníamos el coche estacionado, eran las tres de la tarde, aún no habíamos comido el bocata, el miedo a que la lluvia nos alcanzara nos había hecho demorar su degustación. A partir de este punto, sin que apenas lloviera, nuestra única preocupación fue buscar un poco de cobijo para reponer fuerzas.
(La cruz de la Peña Pagadín, nada tiene que ver con el precioso entorno azul inicial)
(Ya es hora de comer el bocata pero...)
(Vertiente Oeste de la peña que acabamos de bajarnos definitivamente, ¡trabajo costó!)
El tránsito por la carreterina fue cómodo y relajado, en otro día seguro que Manolo protestaría porque el duro y negro asfalto, pero en esta ocasión ni rechistó, después de lo que veníamos penitenciando por la cara Sur, la Cruz, la invernal, de la peña Pagadín. Fue un buen momento para reírse un poco de la “tortuga roja panza arriba” sobre el argomal, la metedura de pata en arroyo, apenas hubo un instante para analizar el dibujo que nuestro GPS había dibujado en el mapa, el cual, por si interesa a algún lector, aquí os lo dejamos.
(Nuestro Recorrido en torno a la peña Pagadín / ‘© INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA.2009’)
Al final no encontramos un lugar “afayaizo” para comer el bocata, así que, cuando llegamos al coche, tras quitarnos parte del barro e incluso cambiarnos de ropa, con el fin de no liarla mucho, decidimos comer el bocata en el coche, con tan mala suerte había comenzado, otra vez, a llover, estábamos un poco gafados. Tras devorar el bocata, realmente el agua nos había abierto el apetito, levantamos tienda, ya que nos quedaba muy cerca, nos arrimamos hasta el pueblín de Cuevas, con el fin de enseñarle a Celso el singular paraje de La Cuevona, un servidor le había prometido acercarnos hasta las huellas de los dinosaurios de Tereñes pero….
(El Carmen, desvio a Sardeu, Concejo de Ribadesella, Asturias, ± 7,4 K / 135 m.a. / 15:30 h.)
Antes de iniciar el regreso al hogar nos paramos a tomar unos cafes, no había ninguna duda de que algo caliente nos venía de perlas, el cuerpo lo llevaba necesitando desde hacía un buen rato, la segunda parte de esta excursión había sido muy húmeda. Ni que decir que el viaje de regreso al hogar el tema fue monográfico, una y otra vez se recordaba la imagen de tíu Félix, panza arriba, sobre el gran argomal, o cuando les conté que llevaba la pierna derecha totalmente encharcada, todo risas y más risas.
Un servidor se quedó más con el cara y cruz de la jornada, de las dos fotografías de la portada, las contrapuestas, la cara norte frente a la sur, la del cielo azul a la del gris plomizo y húmedo. De todo esto sacamos la conclusión de que por lugar que nos ocupe en la mochila siempre está bien llevar la capa o prenda de abrigo, nunca se sabe cómo va acabar la jornada, así que, aunque pese un poco más, mejor cargar con ella.
JFCamina
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* Aviso: En estos documentos solo tratamos de narrar la experiencia personal vivida al realizar nuestros recorridos, los itinerarios que aquí describimos son orientativos. Queda a la responsabilidad de quien realice la ruta el tomar las medidas de seguridad apropiadas para cada dificultad, que dependerán muchas condiciones, entre ellas el estado del terreno, la altitud, la meteorología, etc... así como la preparación tanto técnica como física de las personas que realicen la actividad.